Epístola 57: R57: Adam von Ebrach a Hildegard von Rupertsberg

A Hildegarda, de Adán, abad de Ebrach:

A la señora y madre amadísima, Hildegarda, maestra de las hermanas de San Ruperto en Bingen, el hermano Adán, aunque indigno, abad de Ebrach, envía un modesto saludo. Desde el momento en que recibí noticia de vuestro nombre, me alegré con gran gozo. Dios aumentó mi alegría cuando con su benevolente y maravillosa voluntad os dirigió para que vuestra presencia fuera vista y vuestra voz escuchada en nuestra tierra, y me concedió lo que apenas podía esperar, una conversación mutua. De las cosas que os mencioné que me preocupaban, confío en que no os habréis olvidado, y puesto que diferentes personas tienen diferentes opiniones, algunos piensan una cosa, otros otra. Si es bueno y beneficioso ante el Señor, ¡bendito sea Dios! Si es peligroso, rogad a Dios para que me conceda el bien y la salvación del alma, y excluya todo peligro.

Ahora envío estas cartas y nuestro mensajero al señor emperador por vuestra causa, y espero, por la gracia de Dios, que seamos escuchados. Y en cualquier lugar donde necesitéis nuestro servicio, estaremos preparados para serviros. También os suplicamos que os dignéis orar por nosotros, pues verdaderamente estamos en medio de una tormenta por la preocupación de nuestros hermanos, para que la gracia del Espíritu Santo, que realiza muchos milagros en vos a través del espíritu profético, también nos ilumine y fortalezca. Rogamos también que os dignéis consolarnos y fortalecernos con vuestras cartas.