Epístola 235: R235: Sacerdote C. a Hildegard von Rupertsberg

Sacerdote a Hildegarda:

A Hildegarda, casta paloma que se refugia en las grietas de la roca. C., el menor de los siervos de Cristo, sacerdote, te envío mi devoción en oración y todo lo que se refiere a la salvación eterna.

Dado que, por la gracia de Dios, vuestra luz brilla salvíficamente ante los hombres, glorifico a vuestro Padre, quien os ha colocado como una lámpara ardiente para la iluminación de la Iglesia. Y aunque soy frágil y pecador, me regocijo de corazón con vuestra santidad, a la cual estáis unida por un privilegio singular en los abrazos del celestial Esposo. No quiero que vuestra caridad ignore que día y noche deseo veros cuanto antes, y haciendo continuamente memoria de vos en mi oración, os abrazo con la mente, aunque ausente en cuerpo, como si estuvierais presente.

Por tanto, humildemente os ruego en vuestra perfección que me encomendéis a vuestro Esposo, bajo cuya sombra descansáis con seguridad, para que, mendigando junto al camino, la multitud que pasa no ahogue mi clamor, sino que, por vuestras oraciones, sea llevado ante el Señor y merezca ser iluminado y sanado de la ceguera de mi corazón.

También os pido que me instruyáis acerca del Cuerpo y la Sangre de Cristo, en los cuales está toda la esperanza de los fieles, y que me expliquéis cómo percibís en el espíritu a un sacerdote, ya sea incorrecto o correcto, cuando se acerca al mismo sacramento. Os ruego me lo manifestéis en el Señor.

Que el Señor, que está en todo y sobre todo, os infunda lo que es conveniente para la gloria de su Santa Iglesia. Saludos.