Epístola 190: R190: Hildegard von Rupertsberg a Abadesa L. von Neuss

Respuesta de Hildegarda:

Oh sierva de Dios, corre en el círculo del sol, suspirando a Dios por tus pecados, anhelando y realizando buenas obras antes de que tus días se inclinen, cuando ya no puedas obrar. Considera también a aquel mayordomo que, habiendo sido acusado ante su señor, redujo las deudas de los deudores de su señor escribiendo menos, y haz tú lo mismo. Pues donde no has servido bien en tu oficio, ayuda a tus hijas con el apoyo de tu consejo y muéstrales misericordia, tal como la lluvia adecuada cae sobre la hierba y produce mucho fruto. A través de la penitencia y la misericordia, serás más prudente que los hijos de la luz, es decir, que los ángeles caídos, porque ellos no quisieron hacer esto.

Y cuando hayas realizado estas obras, te recibirán en las moradas eternas después de tu muerte. Porque si hubieras dirigido correctamente el arado hacia la tierra y hubieras tenido una lluvia adecuada, habrías sido una tierra fértil. Pero el rocío, por el cual deberías haber germinado, está ausente en ti, y das vueltas con la rueda que dices es tu salvación, pero que sin embargo está llena de cenizas. Ahora, dirige tu arado hacia tu corazón con el conocimiento de la Sagrada Escritura, y obtén la lluvia a través de los suspiros de una buena intención, y retén el rocío de la bendición a través de buenas obras con una feliz costumbre.

Haz esto antes del día de tu muerte, para que vivas eternamente.