Epístola 241: R241: Wibert von Gembloux a Hildegard von Rupertsberg

Nuevamente Wibert, monje, a Hildegarda.

A la madre santísima Hildegarda, Wibert. El gozo que por la visión y conversación contigo, que se me concedió por gracia divina cuando me dirigí hacia ti con nuestro abad en el tiempo de Cuaresma, se me ha sido arrebatado temporalmente, como creo, por la envidia del diablo. Pues, cuando habíamos llegado hasta Colonia, Satanás impidió nuestro viaje, y las iniquas sugerencias de sus parientes carnales perturbaron el propósito del abad de dirigirse hacia ti, por lo que decidimos no proseguir más. Sin embargo, espero que lo que me ha sido arrebatado, lo cual lamento profundamente, me sea restituido por la gracia divina en un momento más oportuno, cuando todos los impedimentos sean removidos.

Mientras tanto, deseo fervientemente saber qué ha sido de aquellas preguntas que los hermanos de Villers te enviaron para que las resolvieras a través de mí, y que, al ser yo devuelto de mi camino, confié para su entrega a mi querido Balduino. Anhelo saber si han llegado hasta ti o no. Si han llegado, todos los amigos nuestros, en espíritu, postrados a tus pies, te suplicamos que, al entrar confiadamente en el mar de sus respuestas, no temas confiar las velas al viento del Espíritu Santo, con tan buen guía, seguro de que sin dificultad te llevarán pronto al puerto tranquilo.

Además, te ruego que junto con las cartas mencionadas de los hermanos de Villers, añadas nuestras respuestas a ellas, para que, al compararlas, se hagan más claras y luminosas unas a otras.