Epístola 6: R6: Hildegarda de Rupertsberg a Adriano IV

De Hildegarda.

Aquel que da vida a los vivientes dice: Oh hombre, soportarás la terrible dureza de los leones y la fortaleza de los leopardos con paciencia, y sentirás el naufragio en la captura de presas, pues en todas estas cosas se te ha dado el cansancio por aquellos que corren hacia ti. Sin embargo, tienes un entendimiento inteligente contra las costumbres más brutales de los hombres, en los cuales, al arder, frenarás las crines de los caballos que corren, que no cesan de correr hacia los caminos de las presas. Pero al pelear contra ti mismo, a veces te inclinas casi hacia la probidad de ciertos hombres, donde ocultas los bolsillos de algunos que han muerto luchando en caminos llanos. Por eso, soportarás la lucha de la ferocidad de las batallas, pero destruirás las cosas móviles de aquellos que van hacia la fosa por su aspereza. Sin embargo, tienes una vena de la más fuerte llave que no va voluntariamente al pan sin levadura en la forma de un sardio. Por lo tanto, busca en tu pecho la salvación de las aguas para que no vayas al torbellino, sino que descanses en la mansedumbre hacia la languidez y los moretones de aquellos que están mezclados con la maceración de diversas heridas, en esto imitando a tu salvador que te redimió.

Pero este pesado peso del magisterio que llevas no es por la indignación de Dios, donde también te encontrarás con las costumbres de los osos y leopardos, y a veces con el veneno de las áspides para ti y tus seguidores. Pero la espada de Dios los matará, así que un buen líder surgirá entre ellos. Ahora te advierto que pongas freno a tus subordinados y no permitas que hablen mal contra ti. Por eso, la verdadera luz te dice: ¿Por qué no golpeas a los siervos más malvados que te acechan en secreto como las arañas que pican? Vigila entonces con ahínco lo que la causa requiere en las costumbres del pueblo en este tiempo. Oh padre muy misericordioso, recuerda que eres un hombre en la tierra, y no temas que Dios te abandone, porque verás su luz.