Epístola 25: R25: Eberhard II von Otelingen a Hildegard von Rupertsberg

Eberhard, obispo de Bamberg, a Hildegarda.

Eberhard, por la gracia de Dios, obispo de la iglesia de Bamberg, aunque indigno, a Hildegarda, venerable hermana y maestra de San Roberto, con devota dedicación y el mérito de la eterna bienaventuranza. Con la gracia celestial favoreciendo, la alabanza de tu santidad resuena dulcemente por todas partes en los oídos de los pueblos, de tal manera que realmente podemos decir que somos el buen aroma de Cristo para Dios. Pero también, dado que el Señor miró desde el cielo sobre los hijos de los hombres para ver si alguno entendía o buscaba a Dios en ti, atraídos por la fragancia de tu buena reputación, acudimos plenamente al Señor, quien es venerado y consultado en ti.

Porque lo que has otorgado a muchos, no me lo negarás a mí solo. Pues cuando pasamos de la corte del emperador a través de ti, imbuida por el Espíritu Santo, confiamos en tu caridad para explicarlo. En el Padre reside la eternidad, en el Hijo la igualdad, en el Espíritu Santo la conexión de eternidad e igualdad, lo cual ahora deseamos ver explicado según lo que Dios te ha revelado. Que el Señor esté contigo para que también nosotros seamos ayudados por tus oraciones.