Epístola 110: R110: Hildegard von Rupertsberg a Abad H. von Flonheim

Respuesta de Hildegarda.

La Luz viviente te dice que vigiles diligentemente y que no recojas el tedio en el cesto de tu mente, como si fueras un extraño, como si no tuvieras la capacidad de hablar. Sin embargo, Dios te exige que tengas la capacidad de corregir a tu rebaño. Por lo tanto, acúsate a ti mismo, porque no ves a Dios en la fuente más pura en este asunto, sino que solo dices: "Dios, Dios mío, ayúdame", y aun así, no lo tocas con tus acciones. ¡Oh buen soldado, ahora levántate, porque la gracia de Dios corre hacia ti y vivirás eternamente, de manera que serás una piedra viva en la Jerusalén celestial!