Epístola 80: R80: Hildegard von Rupertsberg a Adalbert von Ellwangen

Respuesta de Hildegarda.

Aquel que ve y no se cambia por la alternancia dice: Tú, hombre, aún no tienes alas para volar que soporten las tormentas y que pertenezcan a la moderación correcta del aire. Sino que eres como una columna en la plaza sin instrumento de edificación y sin escalera para ascender, de modo que te salpica el barro de la plaza. Pues eres suave y no agudo en el ojo de la corrección para reprender los malos y oscuros hábitos de los hombres. Pero la gracia de Dios te mira, no teniendo la dureza del corazón, sino solo durmiendo en el letargo de la lascivia, por lo que no atiendes a Dios. Por tanto, no consideres a tu Señor como un vil siervo, sino míralo con rectitud como un soldado valiente, luchando con fuerza, armado con coraza y yelmo. Ahora, los tiempos son como en el olvido de Dios y cansados en la lucha de Cristo, pero la fama vuela en mentiras a través de la alternancia de vanidades como si vieran a Dios, pero no lo conocen.

¿Dónde, pues, está el hombre que camina en el camino recto? Hay pocos. Pero aquel que es dice: Ningún hombre puede sacar precipitadamente el espada de mi venganza de su vaina mediante el vómito de su charlatanería antes de que llegue el tiempo de mi voluntad en la venganza. Tú, pues, hombre, levántate y aclara tu ánimo en mí, para que busques vigilante dónde me puedes encontrar, y vivirás.