Epístola 157: R157: Abadesa B. von Elten a Hildegard von Rupertsberg

De la abadesa en Elten. A Hildegarda.

A la señora y madre Hildegarda, querida y venerable en Cristo y en su amor más íntimo, B., abadesa, aunque inmerecida, de Elten, y pecadora penitente, sentada a los pies de Jesús como María, para ver a su amado tal como es.

Me congratulo de vuestra bienaventuranza, amadísima entre todas las mujeres, que, como puede verse en las más evidentes delicias, habéis encontrado, en la medida de lo posible para los mortales, a Aquel a quien vuestra alma ama, y ahora, felizmente, en la secreta cámara de vuestro corazón, gustáis y veis cuán suave es el Señor. Y dado que así lo considero, debo soportar con equidad el hecho de que, desde hace mucho tiempo, habéis descuidado visitarme con vuestras cartas, a mí, que os soy tan devota. Creo, en efecto, que si pudierais desviar por un momento la atención de vuestra mente del Amado y mover un pie fuera de la morada de la quietud, de ninguna manera dejaríais de consolarme con frecuencia a través de vuestro mensajero, quien también me alegraría informándome de vuestro estado y me hablaría de lo mío.

Pues aunque no se me conceda volver a ver vuestra querida faz en esta vida, lo cual no puedo decir sin lágrimas, siempre me alegraré de vos, ya que he decidido amaros como a mi propia alma. Por tanto, ¡con el ojo de la oración os veré hasta que lleguemos allá, donde nos veamos mutuamente para siempre, y merezcamos abrazar a nuestro Amado cara a cara en su esplendor!