Epístola 166: R166: Hildegard von Rupertsberg a Abadesa H. von Kaufungen

Respuesta de Hildegard.

En espíritu, te hablo con verdad: Guarda tu alma para que no se manche con la iniquidad, y ciñe tu cuerpo con la justicia de Dios. Haz esto antes del día de tu muerte, porque después no podrás encontrar ningún remedio, excepto lo que encuentres por la gracia de Dios y el adorno de tus obras. Pues el enemigo, como un halcón, ronda a tu alrededor, buscando cómo herir tu alma. Protégela mediante el empeño en buenas obras y la abstinencia de los pecados, porque tus días no tienen mucho tiempo. Que el Espíritu Santo encienda Su fuego en ti, para que recuerdes estas palabras. Nuevamente, te digo esta parábola: los árboles se secan en invierno y florecen en verano, produciendo sus frutos. Piensa en tu alma de esta manera: mientras estés en la transgresión de la vida espiritual, estás en invierno; y a través de la transformación de tus costumbres, corre rápidamente hacia la frescura del Espíritu Santo, que es el verano, y produce flores de esta manera. Reúne tus gavillas tan pronto como puedas y, entretanto, protégete del pecado. Porque te digo en verdad: si buscas la gracia de Dios, ella no te abandonará.