Epístola 227: R227: Monje T. von Ebrach a Hildegard von Rupertsberg

Monje de Ebrach a Hildegarda.

A mi señora y madre, Hildegarda, la beatísima oliva de Cristo, yo, T., pecador de Ebrach, monje inútil del orden cisterciense, vivir en el Señor y morir en el Señor.

Sepa vuestra excelencia que os he enviado estas pocas letras porque no he podido concebir nada lo suficientemente digno para vuestra santidad, y con una mente temblorosa apenas me he atrevido a escribir algo a una persona tan grande y honorable como vos. Tampoco me he considerado digno de ello. Por lo tanto, si con vuestra gracia me atrevo, con la rodilla doblada y temblando, me encomiendo a vuestras oraciones, en las entrañas de Jesucristo, aunque sea indigno. Y, con la gracia cooperante, en la medida de mi negligencia, estaré muy gustosamente en la memoria de vos y de vuestra familia en Cristo. Y aunque estoy ausente en cuerpo, en corazón y amor, con Dios como testigo, estoy con vos. Ahora, pues, mantenedme en vuestra memoria y encomendaos por mí continuamente a Cristo y a la Santa María, como confío que hacéis. Y tratad de consolarme con las palabras de vuestras consolaciones según la divina revelación. La gracia del Espíritu Santo esté con vos.