Epístola 115: R115: Abad N. von Ilbenstadt a Hildegard von Rupertsberg

Abad en Ilbenstadt a Hildegarda.

A su señora y maestra Hildegarda, el hermano N. en Ilbenstadt, indigente y pobre, junto con el rebaño que le ha sido confiado, pide ser admitido en la eterna comunidad de las vírgenes. Muchas veces os he enviado cartas y en múltiples ocasiones os he solicitado en persona, pero nunca he podido obtener de vos las cartas que prometisteis. ¿Acaso, lo que es imposible de creer, mi baja condición o la humildad de mi origen vil lo impide, o quizás, lo que es más probable, la falta de méritos?

El apóstol dice: "Soy deudor tanto a sabios como a ignorantes", y la misma Verdad dice: "Dejad que los niños vengan a mí". ¿Acaso, madre, haces acepción de personas? ¡Lejos de ti esté tal cosa! Ahora, sin embargo, después de haberte clamado muchas veces, escúchame al menos una vez, pobre como soy, y ruega a nuestro Señor por este miserable, para que se digne aliviar a su siervo, quien confía en Él, rodeado de muchas y variadas tribulaciones y angustias.