Epístola 152: R152: Hildegard von Rupertsberg a Adelheid von Gandersheim

Respuesta de Hildegarda.

Oh hija de Dios, en gran preocupación tu mente está ocupada por dos caminos. Pues por cierta inquietud desfalleces, como si desesperaras de tu vida, de modo que, a veces, subes al monte de la fe confiada en Dios, y le preguntas como si no supieras qué hacer en esta duda. Pero tú, con fe pura, realizando buenas obras, ¡camina en el día de tu prosperidad! y da a Dios lo que es suyo. Pues ves el sol, es decir, ese honor que Dios aún no ha retirado de ti, y tienes el mundo en suspiro y en temor a la ley de Dios, como la luna en la noche. Por tanto, en ambos casos, sirve a Dios, porque quiere tu sacrificio, y te pide buenas obras en tu vida antes de que mueras. Que la luz de la gracia de Dios te cubra, y que la unción de su misericordia te unja, como ungió a David, quien, confesando sus pecados, vio a Dios. Que el mismo Espíritu Santo te unja con la unción de la frescura, y que haga en ti buenas y santas obras mediante la devoción con la que los verdaderos adoradores adoran a Dios. ¡Observa los mandamientos de Dios y vivirás eternamente!