Epístola 69: R69: Abad E. von Neuenburg a Hildegard von Rupertsberg

A Hildegarda, de E., solo de nombre abad de los hermanos de Neuenburg:

A la beatísima Hildegarda, santísima monja, lo que el afecto de ambos hombres puede desear. Como la fama de vuestra santidad ha alcanzado los oídos de todos con dulce rumor, ha provocado ardientemente nuestro ánimo para ver vuestro rostro. Así, en el pasado verano, tomé provisiones para el viaje y me dispuse a ir a vos, pero las tempestades de las guerras que se avecinaban me atemorizaron y no me atreví a ir en aquel momento. Sin embargo, envié un mensajero con cartas a vos, del cual aún no he recibido respuesta. Y para que esto no haya sido por descuido del mensajero, replicaré nuevamente el contenido en estas cartas.

Primero, agradezco de corazón profundo por la fraternidad aceptada de vos. En segundo lugar, os ruego que, mediante vuestras oraciones, me ayudéis ante el Señor en los peligros inminentes. Pues, estando en el gobierno, soy empujado por los torbellinos de lo secular, y huyo al puerto de vuestra santidad y oración para no sucumbir al pecado en todas estas cosas y sobre todas ellas. Y aunque pido esto con diligencia, sobre todo, cuando el curso de mi vida se haya cumplido, suplico ser salvado por el Señor en cuerpo y espíritu mediante vuestras oraciones.

Entre todas estas presiones, hay una más apremiante que las demás, por la cual os pido más urgentemente que intercedáis ante el Señor. Enviadme algún signo de salvación por el cual pueda prosperar y mantener vuestra memoria, a través del portador de esta carta. No me faltará el deseo de venir a vos hasta que, si la vida lo permite, lo cumpla en obra.

Que estéis bien.