Epístola 244: R244: Hildegard von Rupertsberg a Monasterio von St. Michael in Siegburg

A la congregación de Sigeberg, de Hildegard:

En una visión del espíritu, que frecuentemente tengo, he visto y comprendido esto:

Veo a esta congregación como una nube que aparece como la luz cuando el día se va y la noche se aproxima. Entre ustedes también veo a algunos que, con buena intención, brillan como estrellas; pero a otros los veo desfallecer en la oscuridad del cansancio. Por tanto, levántense y adopten la disciplina, no sea que el Señor se enoje y perezcan del camino justo.

También vi como una corona que tenía dos círculos, uno inferior y otro superior, llenos de ángeles por todas partes. Y en medio de esta corona, Miguel el Arcángel se erguía como una torre, de tal manera que esos dos círculos se adherían a él como dos paredes. En su pecho brillaba la figura del Hijo del Hombre, alrededor de la cual estaba escrito: "El Señor enviará desde Sión la vara de tu poder; domina en medio de tus enemigos." Él también, extendiendo su brazo derecho, sostenía un escudo en su mano derecha. Y junto a él apareció algo como una nube, como un humo dorado que ascendía del incensario, en la cual resplandecían los méritos de las oraciones y las santas obras de este pueblo.

Y lo escuché decir a este pueblo: "Mientras vea en ustedes el resplandor de la santidad, quiero luchar por ustedes contra los oscuros dardos que veré lanzarse por los impíos tiranos hacia las moradas de su lugar." Entonces comprendí que esta vara de poder era la vara de Aarón, que floreció en las ramas de las virtudes que Dios puso en el primer día en el ángel, quien por sí mismo se apartó de la felicidad. Pero Dios miró la vara de la herencia en el monte Sión, que floreció como la virtud de la grandeza en el hombre, donde el Dios todopoderoso se levantó en la virginidad. Y esta flor salió de Sión, de donde también fluyen muchas aguas que emiten un suave viento, produciendo obras de santidad en las mentes de los hombres, de manera que reconozcan a Dios en todas las cosas.

Por lo tanto, en estos momentos el rostro de Dios resplandece cuando rechazan la sugestión del diablo, luchando contra él como en medio de su poder, con dos alas, amando a Dios más que a sí mismos, y haciendo obras santísimas. Y entonces se mantienen firmes como una columna de nube en medio de sus enemigos, mientras los golpean desde ambos lados, amando a Dios y haciendo obras santísimas, lo cual brilla como el sol en la gloria de los santos.

Pero el primer ángel quiso más superar a Dios y estar en su honor que amarlo o hacer buenas obras. Por lo tanto, el hombre honra la divinidad cuando se vence a sí mismo, donde en su posibilidad podría hacer el mal, cuando la virginidad permanece en la bandera del rey en él, y cuando otros, en el gusto del pecado, se alejan de la rueda de la iniquidad, dejando el mundo, lo cual todo está en la gloria de los santos, que la palabra de Dios produjo en la voluntad del Padre.

Y por eso se dice claramente a esta multitud en el Espíritu Santo: "¡La bendición del Señor sobre ustedes, en la gloria de los santos! Y todos los que los bendigan sean llenos de bendiciones, y aquellos que los maldigan, que la bendición se aleje de ellos."