Epístola 105: R105: Richard von Springiersbach a Hildegard von Rupertsberg

Ricardo, abad en Springiersbach. A Hildegarda.

Ricardo, siervo de Dios en Springiersbach, ministro indigno, a Hildegarda, de la congregación de San Roberto, santísima y digna dispensadora ante Dios, para que, después del fin de este mundo, reciba la compañía de la ciudad celestial. La razón por la cual he encargado a este portador de la presente carta que os asista y hable por mí ante vuestra santidad es esta: porque yo mismo, queriendo venir por mí mismo y para mí, y no pudiendo, confieso que he consumido en vano muchos días y años pensando en ello hasta ahora. Pues cuánto, ciertamente, y desde cuándo he deseado, desde el principio, estar en la presencia de vuestra santidad y conversar con vos, lo testifico ahora delante de Dios, a quien todas las cosas están desnudas y abiertas, no falsamente, sino de verdad y con sinceridad.

Así pues, yo, infeliz, colocado en la dispensación o administración de la cura pastoral, y destituido por completo de las fuerzas tanto de mente como de cuerpo, porque me considero absolutamente inútil, débil y desproporcionado para dispensar o administrar estas cosas, no hago más que lamentar y llorar, y desear cada vez más ser liberado de este cuerpo de muerte. Ahora, pues, santísima y bendita entre las mujeres, deseo consultar con el Señor a través de vos sobre mi situación, según la costumbre, y saber si ya debo cesar y desistir de esta ocupación y dispensación, si eso fuera posible, sobre todo desearía conocer y averiguar esto por medio de vos.

Por tanto, os ruego, por causa de Dios, que me hagáis saber cuanto antes el tenor de esta cuestión mediante cartas selladas y cerradas según la costumbre, y que consoléis mi corazón afligido con vuestro consejo y ayuda en el Señor.