Epístola 168: R168: Hildegard von Rupertsberg a Abadesa R. von Gerbstedt

Respuesta de Hildegard.

Tú, hija de Dios, asciende en las noches a través de los cuatro elementos, que durante el día completan todas las obras. La noche trae tristeza a través de la oscuridad, y el día trae alegría a través de la luz. Pues está escrito: "El día al día transmite el mensaje, y la noche a la noche comunica sabiduría." Esto significa que Dios es ese día que no se oscurece, y que a lo largo de los tiempos nunca cambia. Él eligió para sí mismo el día, es decir, la clara luz de la luz, porque Él creó Su obra de manera completa, es decir, al ser humano con todo lo que le pertenece. Pero la serpiente vino y sopló sobre la mujer con palabras engañosas, y ella las aceptó, inclinándose hacia la serpiente. Y lo que había probado de la serpiente lo dio a su marido, y eso permaneció en él, porque el hombre lleva a cabo todas las obras plenamente. Sin embargo, Dios no ordenó que esto sucediera, sino que la serpiente, con palabras lisonjeras y engañosas, engañó a la mujer. De esta manera, el gusto de la carne fue recibido de la serpiente, y por eso la serpiente es resbaladiza, ligera y engañosa, como su consejo. Pues la serpiente escondió la maldición en su engaño, porque si hubiera mostrado la perdición, el hombre no habría consentido en su consejo. Y así como el hombre tiene el conocimiento del bien y del mal, la serpiente tiene el engaño y la maldición.

Pero luego, el veloz ciervo y el fuerte león, en su cámara, supieron cómo dividir esto. Porque Dios eligió la materia virginal, en la cual preparó la humanidad con Su palabra, ya que la virgen no conoce la mezcla del gusto de la carne, y así la Palabra de Dios se hizo hombre sin corrupción. De este modo, Cristo, el hombre, avanzó de día en día y engañó a la serpiente que había blasfemado contra el hombre. Pues Cristo, el día, superó todas las cosas nocivas de la noche, porque lavó el gusto de la carne que la serpiente había introducido en el hombre mediante el engaño, a través de la penitencia corregida, y convierte al hombre en algo nuevo cuando lo reúne como miembro suyo. La serpiente, con su engaño en el que esconde la malicia, muchas veces hiere a muchos, y los hace dudar de tal manera que no conocen a Dios, y así los destroza sin fe y sin esperanza. Sin embargo, muchos luchan contra esto, diciendo: "Mi Creador no me perderá, a menos que perezca por mis pecados." Esta lucha es semejante a los tormentos de los mártires y al dolor de las heridas de Cristo. La primera mujer fue la noche antes mencionada, y ella indicó la sabiduría a la noche, es decir, a su marido. Tú, hija de Dios, hazte hermosa a través del martirio de las buenas obras, de modo que tu alma brille en Dios.