Epístola 141: R141: Balderich von St. Simeon a Hildegard von Rupertsberg

Preboste de San Simeón a Hildegarda.

Balderich, hermano de San Simeón en la iglesia de los Treveros, solo de nombre preboste y uno de los que se sientan y lloran junto a los ríos de Babilonia, a Hildegarda, hija de Sion, que en su misma presencia verá algún día al Dios de dioses.

Al recibir, por el relato de muchos y por la propia experiencia de mi cuerpo, el suavísimo aroma de tu bienaventuranza, me he alegrado y maravillado de lo que se me ha dicho. Me he alegrado, digo, porque en este tiempo del siglo malvado, donde verdaderamente muchos están sumidos en la maldad, se ha conocido que ese Esposo, más hermoso que los hijos de los hombres, ha elegido para sí a tal esposa. Me he maravillado, además, porque parece que te ha dotado en este exilio con un carisma insólito y nunca antes oído. ¿Quién ha leído o escuchado jamás que una mujer sin educación o completamente iletrada exhale tan grandes exclamaciones desde el abismo profundísimo de los misterios divinos, y proporcione tan abundante agua viva a los sedientos?

Verdaderamente, Dios es admirable. Verdaderamente, bendito es el Señor, Dios, que hace grandes maravillas solo. Pero, ¿qué hay de extraño si Dios hace de un ser racional y razonable su instrumento como quiere? Él que incluso hizo de un animal irracional el maestro del maestro. Porque Dios, de quien se escribe "todo lo que quiso, lo hizo", hace como quiere.

Te ruego, sin embargo, que tu amor se esfuerce en recomendar con mayor diligencia y frecuencia mi humildad a tu Amado, sabiendo que recibirás la misma devoción de mí de manera fiel e incesante. Que estés bien.