Epístola 113: R113: Abad von Kloster Veßra a Hildegard von Rupertsberg

Abad de Veßra a Hildegarda.

A la venerable y amadísima en Cristo, hermana y señora Hildegarda, el hermano de Veßra desea ver al Dios de los dioses en Sión. El deseo que tengo de ver vuestra beatitud, aunque soy pecador, puede estimarse por el hecho de que, estando lejos, contemplo vuestra presencia en espíritu. ¿Quién, de hecho, no desearía veros y conversar con vos, cuando sois tan llena del Espíritu de Dios que frecuentemente reveláis los arcanos celestiales?

Por esta razón, os he enviado la presente carta, con la esperanza de recibir de vos consuelo y consejo sobre las preocupaciones que me agobian profundamente. Pues he aquí que yo, que no soy capaz de dar cuenta por mí mismo, llevo temblando la carga del cuidado de muchos otros, siendo forzado por el temor de Dios y el amor a los hermanos. Sin embargo, al considerar que ocupo un lugar de prelado que no puedo cumplir con mis hechos, de repente me sobrecogieron dolores como los de una mujer en parto, pues la larga fatiga ha quitado casi todo el entendimiento de mi conocimiento.

Para evitar que el rebaño del Señor se ponga en peligro por mi negligencia, he pensado en abandonar la carga que he asumido y trasladarme a otro lugar. Por lo tanto, os suplico humildemente que fortalezcas mi mente dubitativa con vuestro consejo y me comuniquéis por escrito cuál es la voluntad del Señor en este asunto.

Conozco vuestra humildad, que no rehúye nuestro diálogo, al igual que el Señor hablaba con los publicanos. Esperamos vuestro juicio en este asunto, porque lo que me sugiráis, inspirado por el Señor, eso estoy decidido a hacer. Vos, que compartís mi angustia, rogad al Señor con mayor fervor. Un abismo de continuas preocupaciones me rodea, y un mar de inmensas tribulaciones casi me absorbe. ¡Tened misericordia, madre, tened misericordia de este hijo que os clama desde lejos! Y ya al borde de caer, procurad levantarme rápidamente con vuestro consejo y oración.

Que siempre estéis bien en el Señor.