Epístola 243: R243: Monasterio von St. Michael in Siegburg a Hildegard von Rupertsberg

Hermanos en Siegburg a Hildegard

Hildegarda, señora y madre queridísima: Los hermanos unánimes de San Miguel en Siegburg, te saludan. Todo lo que los siervos deben a su señora o los hijos a su madre, lo hacemos contigo. Con el especial afecto de caridad, te hemos elegido como madre espiritual y hemos aceptado formar parte de tus oraciones. El conocedor de todos los secretos lo sabe, y de los frecuentes mensajes que te hemos enviado, tu cariño también ha podido notarlo.

Pero tú, por el contrario, nunca nos has mostrado afecto de madre. Las cartas de amonestación que, aunque fuera de mala gana, como madre deberías haber dirigido a tus hijos, ni siquiera a los que lo deseaban les has ofrecido. Sin embargo, como hemos comenzado a tocar la puerta de tu corazón, no dejaremos de hacerlo, para que, si no te levantas porque eres nuestra madre, al menos lo hagas por nuestra insistencia, y nos concedas lo que nos es necesario.

Te pedimos, pues, que nos reveles, instruida por una verdadera visión, algo sobre el estado de nuestro lugar, y que nos envíes palabras de amonestación y corrección. Estas son, queridísima madre, las cosas que deseamos especialmente de ti, suplicándote humildemente que tanto esto como cualquier otra cosa que sepas que nos es más necesaria, nos lo transcribas. Y así como nosotros te hemos aceptado, también tú nos aceptes en la comunión de tus oraciones.

Adiós.