Epístola 167: R167: Abadesa R. von Gerbstedt a Hildegard von Rupertsberg

De la abadesa en Gerbstedt. A Hildegarda.

A la venerable señora Hildegarda, lámpara ardiente y luminosa. R., por la gracia de Dios abadesa en Gerbstedt, aunque indigna: corre de tal manera en la carrera que obtengas el premio eterno. Pues, según el testimonio del apóstol, cada uno es miembro del otro, y todos los hijos de la Iglesia tienen gran motivo de alegría, ya que la fama de tu santidad se ha difundido por todas partes, haciendo conocer el aroma de tus virtudes en toda la Iglesia. Este aroma ha llegado también a nuestras tierras, despertando en nuestros corazones una gran gratitud al autor de todo bien. Por eso, yo, la última de los fieles, deseando participar en tus méritos, ruego fervientemente que pueda ser digna de participar en la asiduidad de tus oraciones. Si atiendes esta petición, te prometo, aunque mi oración sea muy humilde, ofrecerla con la mayor prontitud por ti. Además, te ruego, amada señora, que me envíes algunas de tus palabras, para que pueda servirlas con toda devoción. Y para que tu memoria florezca aún más entre nosotros, tanto más cuanto tu bondad nos alegra. ¡Adiós!