Epístola 89: R89: Bertulf von St. Eucharius in Trier a Hildegard von Rupertsberg

Abad de San Eucario a Hildegarda.

Hildegarda, perla resplandeciente. B., pobre siervo de Cristo y abad inmerecido de San Eucario, en el propósito de la virginidad para agradar al esposo de las vírgenes.

Hemos oído y conocido la fama de tu virtud, es más, la virtud que opera en tu frágil vaso por la divina piedad. Hemos oído y conocido y de inmediato hemos considerado cumplido en ti aquello profético: "Es bueno para el hombre llevar el yugo" y demás. Realmente te has elevado mucho y por encima de nosotros, porque lo que nosotros tememos abordar, tú lo has superado con ánimo viril y lo has llevado a la costumbre, para que puedas decir con el apóstol: "Nuestra conversación está en los cielos." Pero nosotros, aunque impedidos por las fluctuaciones de este tumultuoso siglo, hayamos dejado pasar mucho tiempo en saludar tu santidad a través de nuestros mensajeros, en nada ha de creerse que se haya enfriado el fuego de la caridad que una vez empezó a arder en nuestros corazones hacia ti.

Por tanto, en nada menos debe tu bienaventuranza mantener el recuerdo de mi pequeñez ante Aquel con quien eres un solo espíritu y de igual manera inste a las hermanas que te han sido confiadas a actuar por nosotros y por nuestro lugar. También deseamos tus palabras de admonición y te deseamos siempre bienestar con todo nuestro corazón. Adiós.