Epístola 237: R237: Sacerdote N. von Königslutter a Hildegard von Rupertsberg

Un sacerdote a Hildegarda:

A su señora Hildegarda, resplandeciente con el brillo de la divina luz. N., indigno sacerdote y maestro en Königslutter, es decir, en la casa hospitalaria, para saciarse junto con los elegidos cuando aparezca la gloria del Señor.

Recordando a menudo la gracia y benevolencia que muchos han experimentado en vos, damos gracias al Dios todopoderoso por haberse dignado conferir a una mujer de sexo tan frágil, desprovista de fuerzas corporales desde la infancia, un espíritu viril adornado con no pocas virtudes. Que el Señor aumente su gracia en vos y en todos los que están con vos, y que os haga recordar con espíritu benevolente ante Dios a nosotros y a muchos otros que han puesto su esperanza en vos.

Por tanto, deseamos oír de vos los saludables documentos de vuestra santidad y comprender diligentemente el estado de nuestra vida, y os pedimos que nos escribáis lo que Dios os haya revelado sobre esto, sabiendo que hemos decidido obedecer vuestros consejos y advertencias en la medida de nuestras posibilidades.

Se nos ha encomendado servir a los pobres, lo cual no podemos cumplir sin la carga de un ánimo tumultuoso; por esta razón, deseamos saber de vos si sería más útil para nosotros recluirnos en nuestro claustro o perseverar en este tumulto. Que Dios os revele lo que más le complazca en este asunto.