Epístola 123: R123: Preboste N. von Wadgassen a Hildegard von Rupertsberg

Prelado en Wadgassen a Hildegarda.

A la señora Hildegarda, venerable maestra de las esposas de Cristo que están en Bingen, N., prelado en Wadgassen, aunque indigno, os ofrece oración con todo afectuoso servicio de amor. La caridad sin afecto parece muy similar a un fuego frío. Pues así como el fuego sin calor no puede unir hierro con hierro, tampoco la caridad sin afecto puede hacer que el corazón de los creyentes sea uno y su alma una en Dios. La verdadera caridad es afectuosa. Ella hace que el alma se adhiera a Dios, para que se convierta en un solo espíritu con Él. Como un pegamento vivificante, conecta las mentes de los fieles para que sean de una sola voluntad en Dios, y hace que se alegren con los que se alegran y lloren con los que lloran.

Ciertamente, por la gracia del Señor, la recordación de vuestra santidad me es siempre grata en la dulzura del amor santo. En la celebración del oficio divino, vuestra memoria siempre susurra en mi corazón. También, con frecuentes suspiros, deseo vuestro afecto. Durante mucho tiempo he deseado veros cara a cara, hablar con vos de boca a boca, y llegar a vuestra familiaridad para poder recibir de vos alguna edificación y consuelo.

Soy muy débil en mi alma y necesito mucha curación. Por tanto, porque tengo gran confianza en vos y en el amor con que os amo, os ruego que no os olvidéis de visitarme alguna vez. Si esto no puede ser en persona, que sea por escrito cuando os plazca. Siempre, sin embargo, con el apoyo de vuestras oraciones.