Epístola 92: R92: Hildegard von Rupertsberg a Ludwig von St. Eucharius in Trier

Respuesta de Hildegarda.

En una verdadera visión, vi y oí esto: Un hombre cultivaba diligentemente un jardín, pero una niebla que sobrevino lo secó, y el hombre abandonó el jardín sin cultivar. Después, cavando en el mismo jardín, lo renovó y plantó rosas, lirios y otras buenas hierbas aromáticas. Pero de nuevo, las flores de estas hierbas fueron sacudidas por un viento turbulento. Entonces el hombre dijo dentro de sí: "Haré un campo de este jardín, en el cual sembraré trigo y cebada". Ahora tú, que eres llamado padre, escucha. Este jardín era tu inicio, que al principio fue algo nebuloso por diversas alternancias, pero después, por la advertencia del Espíritu Santo, lo convertiste a mejor parte y te deleitaste en el Espíritu Santo como en buenas hierbas. Sin embargo, a veces el tedio te fatigó, así como el torbellino inclina las flores. Ahora a Dios le ha complacido hacerte agricultor, para que mires alrededor con gran solicitud y pongas el arado correctamente en la tierra, pues no te beneficiará el languidecer por el tedio.

Harás esto según los ejemplos de los santos y aprenderás los hábitos de un padre piadoso en sus costumbres. Ama a los buenos y rectos, y corrige a los vanos y delincuentes. Tolera pacientemente a aquellos que son duros como piedras, no con dureza ni con ímpetu de ira como el aquilón, sino haz todas las cosas con moderación. Hazlo así para que no disperses el rebaño de Cristo. También refrena a ti mismo y vive según la regla del más sabio maestro, instruyéndote del hombre más fuerte, que produjo las aguas y las dividió en riachuelos, que hace germinar la tierra y florecer los árboles frutales, que exaltó las montañas y las puso sobre los valles, que estableció el firmamento con todos sus ornamentos, que hizo soplar los vientos y volar el fuego con el aire. Este hombre también es bendito, pues toda bendición procede de él, y es llamado hombre porque creó todas las cosas y todas las cosas virtuosas y fuertes las produjo virilmente.

Por tanto, imbuye tu mente con los riachuelos de las Escrituras y con la conversación de los santos y cómo vivían. Prohíbe a tu cuerpo que germine las riquezas del diablo, sino que haga germinar virtudes por la buena doctrina, y asciende al monte de las virtudes, haciendo esto por humildad, y produce en tus hermanos flores como de los árboles. Sé también sol por la doctrina, luna por la diferencia, viento por el magisterio diligente, aire por la mansedumbre, fuego por la hermosa palabra de la doctrina. Comienza estas cosas en la hermosa aurora y perfecciónalas en la luz resplandeciente, y persiste en ellas diligentemente para que vivas eternamente.