Epístola 203: R203: Udalrich von Augsburg a Hildegard von Rupertsberg

Cierto sacerdote a Hildegarda:

A la señora Hildegarda, probadísima en religión, sabiduría, disciplina, costumbres y, en resumen, en todas las virtudes de ambos hombres, su siervo en todo, U., que trabaja en la sexta con Marta, se renueva en la séptima y se alegra en la octava con María.

¿Cómo, amadísima señora, he podido apartarme tanto tiempo del placer de vuestra presencia y conversación, más dulce para mí que cualquier sabor de miel, o cómo he pospuesto durante tanto tiempo al menos haberos visitado mediante una carta? No puedo comprenderlo ni dejar de admirarme de mí mismo, y atribuyo todo esto a la pereza de mi insignificancia. También temo mucho que vuestra piedad haya interpretado esta negligencia mía de una manera que me aterra pensar, y con razón, pues vos, que antes no me conocíais ni por voz, ni por vestimenta, ni por rostro, ni siquiera por fama, me recibisteis con gran benignidad en cuanto llegué, lo cual es muy difícil de lograr, y os dignasteis recrearme inmediatamente con la participación en vuestra conversación, lo cual considero un gran honor.

Sin embargo, ya que me arrepiento, espero que me perdonéis. Mi ánimo siempre ha estado dispuesto, pero me ha faltado la capacidad. Prometo, pues, si algo puedo prometer sinceramente, que si Dios me concede la capacidad, enmendaré esto lo antes posible. Mientras tanto, os ruego que os dignéis recordarme en vuestras oraciones, por amor a Dios, a mí, un miserable pecador.