Epístola 42: R42: Hildegard von Rupertsberg a Bf. I. von Jerusalem

Respuesta de Hildegarda.

La luz viviente dice esto en sus milagros: La primera raíz apareció en el día y floreció en todas las ramas, estableciendo dos caminos. Uno de los caminos estaba lleno de edificaciones en las cuales habitaban águilas y otras aves, mientras que el otro estaba lleno de grandes elecciones, en el que corrían gigantes que luchaban contra estas águilas y demás aves, pero no podían prevalecer contra ellas. Entonces, el sol salió y en su brazo extendido tenía escudos dorados y luchó contra esos gigantes. Pues la caída del primer ángel había caído de la vida, y después la caída de Adán carecía de la luz del paraíso, y el mismo Adán caminó bajo la sugestión del diablo con todos sus hijos.

Pero el sol resplandeció en el topacio y el zafiro, que están en la misericordia y la caridad, que produjeron el Verbo de Dios encarnado. El sol brilló de igual manera que al principio había salido, y así permaneció, de modo que ninguna sombra de cambio cayó sobre él, como había sucedido con el primer ángel, con Adán y con la sugestión del diablo. Y por eso se dijo: "Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec." Pues en el topacio se debe entender la misericordia y en el zafiro la caridad, virtudes que este sacerdote se puso como vestidura sacerdotal por el hombre.

Ahora tú, oh padre, que estás en lugar de este sacerdote, que tu alma fluya como el agua que salió de la roca con la vara de Moisés, de modo que tus palabras den la bebida de la salvación a los corazones incrédulos, y el día que brilla en tu alma crezca en multitud de virtudes. Veo que en tu alma estás solícito en el camino que conduce a Dios. Pero cuando tu mente vaya al torbellino debido a la alternancia de tus labores y otras cosas, la paloma te rociará y te hará una torre simple ante la presencia de Dios. La lucha que sufres tanto interna como externamente en ambos aspectos del hombre, Dios la aliviará en tus tiempos de tal manera que puedas soportarla, por lo que pon tu confianza en Él y no desesperes de su misericordia. Haciendo esto, vivirás en la gracia de Dios para la vida.